lunes, 1 de julio de 2019


LA INEVITABLE IMPOTENCIA DE LA SOLEDAD

Se supone que estar solo es estar en ausencia, en falta de alguien o de algo que nos haga sentir bien. La soledad suele ser aislante y profunda y puede alimentar nuestras más profundas ansiedades.
Cuando enfermas y pierdes el control de ti mismo, te enfrentas a un tipo distinto de soledad; es una impotente y debilitante forma de incertidumbre que confunde el diario transcurrir de los días. Pasa que cuando tu cuerpo exige de ti tal cuidado que se convierte en rutina, se invisibiliza a los ojos de otros y se vuelve parte de la naturalidad y sin darte cuenta ya eres otro, otro más complejo, más desechable, quizás más inoportuno y difícil.
No porque seamos esta versión de nosotros imperfectos significa que nos apeguemos a la costumbre; la pregunta y el abrazo hacen falta, de cuando en vez para saber que la soledad no es constante, que el camino puede ser más sencillo cuando tenemos deseos de uno, de alguno esperando que seamos más sanos, mas tranquilos, más humanos? 
Hay días difíciles y aún así aquí seguimos, en nuestra lucha incansable por un día especial, distinto, más sencillo, más normal? No sabemos las batallas que todos llevamos adentro, no juzguemos sin saber, sin preguntar. Ser más humanos nos aleja a todos de la inevitable soledad.




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